la metropolis retrouvée

este cuento en inglish

Este calor en su extremismo me estuvo llevando cual madeleine climática a cierto monoambiente pedorro en la avenida B cuya dueña china nos tocaba timbre el primero del mes para recaudar el alquiler, escoltada por dos matones: la primera baticueva de la girlHistoria.

Recién llegada de su pueblito (boston), girlontape se asombraba ante el delirio imponente -en esa época über trash- de la metropolis: los junkies, putas y dilers fumando y esperando frente al kiosco de la esquina... el barcito a la vuelta, antro negro súper punk de los que ya no hay más... el graffiti por todos lados DIE YUPPY SCUM...

el fluffy donut diner de la calle 54, donde desayunaba coffee & cigarettes leyendo henry miller y raoul vaneigem antes de subir al piso 40 de una torre de vidrio negro para cumplir horario en la RAI ("esclavitud de la vida diaria!") y seguir soñando con "la libertad".

Conversación larga distancia con mi viejo:
él: "Cómo llegas a la oficina?"
yo: "En subte, pa'... como el resto del proletariado."
él: "El subte de NY es peligrosísimo! No lo tomes más!"
yo: "Y cómo voy a trabajar si no?"
él: "En taxi!"
yo: "Tas loco pa'... no llegaría a fin de mes."
él: "Te lo pago yo!"

Qué ternura! girlontape sonreía de la sobreprotección paterna pero era cierto -aunque jamás lo hubiese admitido en voz alta- que la metropolis le daba terror.

La noche se quedaba despierta mirando las sombras de las rejas en las ventanas que el claro de luna dibujaba en su futón en el piso y tratando de evaluar si serían suficientes para resistir al inevitable asalto del inevitable violador-ladrón-asesino serial, mientras en el pulmón de la manzana detrás de su edificio un junkie vomitaba hasta el alma y una soprano practicaba sus arpeggios:

misteriosamente los dos arrancaban siempre a la misma hora en un contrapunto que a girlontape le parecía de lo más románticamente emblemático. Cuanta valentía, cuanta lucha en la metropolis! El arte y la autodestrucción codo a codo, lo grotesco y lo sublime, fastos y miserias, el Chrysler y los veteranos del vietnam acampados en Tompkins Square, los ejércitos de cucarachas y el dragón

(en invierno salen oleadas gigantes de vapor de las rejas de ventilación en las veredas: "es el dragón de NY" le explicaron) y a girlontape le parecía que sí, en las entrañas de la metropolis latía algo terrible y maravilloso, algo que todavía le quedaba por descifrar.

"Los primeros dos años sólo te queres escapar," le avisaron. "Hasta que te pica el bicho y chau, no salis más."
"Olvidate," declaró girlontape. "Yo no me quedo acá ni loca... tengo cosas para hacer, lugares adonde ir!"

Pero por más que fantaseara con dinamitar simbolicamente el sistema mediático que le daba de comer (como los situacionistas) para luego rajarse a escribir novelas en paris (como henry miller) la verdad de la milanesa es que girlontape -cagandose de miedo, muerta de emoción- estaba chocha como nunca antes lo había sido en su breve, nomádica vida.