Summer House
by Daniel Link for Perfil
Summertime is when newspapers, which are not immune to the season, give up the pages they normally dedicate to the Real (i.e., death) in favor of the Imaginary (i.e., entertainment). For a brief period we surrender to natural cycles, climatic variations, seasonal foods and the rhythms of a single day. Such occurrences were the only possible subject of conversation back when the peasantry and the rural world still existed: life was experienced in kinship with the sound of the wind and the song of the birds; and a glimmer of lightning on the horizon might forecast doom for the entire community.
Then came cities, followed by Nations whose capacity for evil was bent on the conquest, or simply the annihilation, of nature.
Now summer is the only time in which we experience a fit of anguish or a tremor of joy in response to the Earth’s phenomena: it is in our holiday guise that we yield to our nostalgia for a lost world.
As I scribble these thoughts on the last page of the book I’m reading, seated under the willow tree I planted some years ago, a spider hidden in a nearby shrub lets a brilliant thread of saliva float out onto the air. In order for her to successfully weave her sticky trap, the thread will have to find a safe place to anchor. Will she make it? Is there enough of a breeze? Will some other animal in passing wreck the spider’s minute design, of which she knows nothing? Being in the grip of the Imaginary (the spider dreaming, the cat dreaming, all of us dreaming), her anchor might well turn out to be my summer Virgil. Like the spider I let a shining thread of imagination fly out on the wind, wondering what it might encounter. In April at the latest we’ll be shutting the house down for winter.
la mejor tarjeta de año nuevo...from my friends in Rome
sueño de una noche de verano
Paseando perezosamente en un día de sol, mirando baratijas en un kiosco chino, de pronto me doy cuenta de que estoy en Manhattan y más exactamente, sobre Lafayette a unas cuadras al sur de Tootsi Plohound.
Envahída por la dicha, conciente de que es puramente onírica y al mismo tiempo saboreando su realidad intermitente, babeando de anticipación y llena del alivio repentino de una exiliada milagrosamente restituida a su tierra natía me apuro hacia el norte, reconociendo en el camino cada graffiti, detalle, rincón y centímetro de asfalto de esa avenida que he recorrido miles de veces, mientras sube cierta eufórica tensión interior, que experimento en mi cuerpo cual deliciosas olas pre orgásmicas.
Estoy por llegar…cuando me despierta mi marido, también en la búsqueda de su dicha.
¿Matarlo YA o cogermelo?
En fin. Me quedo 24 horas en estado de coitus o mejor dicho Tootsi interruptus -cosa que mi marido, el de las eternas zapatillas Converse, no va a entender ni en esta vida ni en la próxima- acechada por la huella, efímera pero tenaz, que ha dejado el sueño que me posee cual “dulce veneno”, como escribió en otro contexto un escritor argentino que admiro.
Hasta que un día nublado, o sea ayer, entro de casualidad en un nuevo local en La Barra, donde como si nada, tirados en el piso de a dos y con etiquetas made in Italy, capto una serie de objetos cuya visión me devuelve instantáneamente al dichoso aura de anteanoche.
Empiezo pavlovianamente a babear mientras ciertas cálida olas fluyen desde mis ojos –los órganos que, según Stendhal, transmiten el amor al corazón- hacia cada célula de mi ser sediento: un hambre que dura desde que llegué a la Argentina, y que, hasta ayer, sólo estratégicos raids “al exterior” –con la única excepción, insisto, de ese templo de lo exquisito que es el local de Pablo Ramírez - pueden apaciguar.
¿Cómo explicar esa concurrencia de materiales, colores, formas y conceptos en la que todo funciona, nada falta y nada sobra, en fin: la belleza hecha materia? Y luego: ¿cómo describir la sensación de tal materia cuando se funde con mi cuerpo convirtiéndolo en ese mismo instante en algo que es tanto más de la suma de sus partes?
Frente al espejo, bajo la mirada cómplice de la mina que me atiende –ella sí comparte este ritual centenario cuya necesidad llevo en mi ADN- con la ferocidad de una leona embriagada de sangre de antilopita recién cazada, sabiendo que esta vez nada pero nada en este mundo me va a privar de la posesión de mis objetos del deseo, finalmente, gozando como loca, acabo.
PS. Renuncié a una carrera para mi primer marido; abandoné todos los zapatos de Nueva York para mi segundo. De ahí el lema renacimental que hice bordar en mi último vestido de novia: Per amor son disposta a soffrir tutte le pene.
Sex, Dreams, Shoes, La Petite Mort
Wandering on a sunny day, lazily checking out kick knacks at a Chinese bazaar, I suddenly realize I’m in Manhattan and to be exact, on Lafayette a few blocks south of Tootsi Plohound.
In a rush of joy that I know is purely fictitious and at the same time relishing its intermittent reality, salivating in anticipation and overwhelmed with the relief of an exile miraculously restored to her native land, I take off up the avenue, recognizing every familiar graffiti, detail, corner and inch of concrete along the way while savoring the rise of a certain euphoric tension, which I experience bodily as pre-orgasmic waves. I’m about to reach the holy grail…when my husband, hot on the trail of his own personal joy, wakes me up.
Kill him this second, or get laid?
Anyway. For the next 24 hours I remain in coitus or should I say Tootsi interruptus - a state that my husband, he of the eternal Converse sneakers, will never understand in this lifetime or the next - dogged by the ephemeral but tenacious remnant of the dream that possesses me like a “sweet poison,” as an Argentine writer I love wrote in a slightly different context.
Until one cloudy day, i.e. yesterday, wandering into a new store in La Barra I chance upon a series of objects, coming in pairs and labeled made in Italy, whose vision instantly restores me to the joyful aura of night before last.
I begin to salivate in Pavlovian abandon as nourishing waves flow from my eyes – the organs which, according to Stendhal, transmit love to the heart – to every cell of my starved being: a hunger that has accompanied me since I landed in Argentina, and which, until yesterday, only strategic raids into far-flung foreign territories – with the exception, as I’ve said before, of Pablo Ramírez’s boutique, where the flawless and the exquisite go hand in hand – could appease.
How to describe that merging of material, color, shape and concept in which nothing is superfluous and nothing is missing, i.e. the transmutation of beauty into matter? And more: what is the alchemy that occurs when said matter fuses with my body, converting it into something that is so much more than the sum of its parts?
Facing the mirror under the complicit gaze of the salesgirl as she shares in this ancient ritual whose necessity is engraved into my DNA, intoxicated like a lioness after a fresh kill, fierce in the knowledge that this time no earthly power can come between me and the objects of my desire, deliciously, madly, finally, I come.
PS. I gave up a career to be with my first husband; I left behind all the shoes in New York to be with my second; hence the Renaissance motto I embroidered on my last wedding dress, which read: No sacrifice too great for love.
Envahída por la dicha, conciente de que es puramente onírica y al mismo tiempo saboreando su realidad intermitente, babeando de anticipación y llena del alivio repentino de una exiliada milagrosamente restituida a su tierra natía me apuro hacia el norte, reconociendo en el camino cada graffiti, detalle, rincón y centímetro de asfalto de esa avenida que he recorrido miles de veces, mientras sube cierta eufórica tensión interior, que experimento en mi cuerpo cual deliciosas olas pre orgásmicas.
Estoy por llegar…cuando me despierta mi marido, también en la búsqueda de su dicha.
¿Matarlo YA o cogermelo?
En fin. Me quedo 24 horas en estado de coitus o mejor dicho Tootsi interruptus -cosa que mi marido, el de las eternas zapatillas Converse, no va a entender ni en esta vida ni en la próxima- acechada por la huella, efímera pero tenaz, que ha dejado el sueño que me posee cual “dulce veneno”, como escribió en otro contexto un escritor argentino que admiro.
Hasta que un día nublado, o sea ayer, entro de casualidad en un nuevo local en La Barra, donde como si nada, tirados en el piso de a dos y con etiquetas made in Italy, capto una serie de objetos cuya visión me devuelve instantáneamente al dichoso aura de anteanoche.
Empiezo pavlovianamente a babear mientras ciertas cálida olas fluyen desde mis ojos –los órganos que, según Stendhal, transmiten el amor al corazón- hacia cada célula de mi ser sediento: un hambre que dura desde que llegué a la Argentina, y que, hasta ayer, sólo estratégicos raids “al exterior” –con la única excepción, insisto, de ese templo de lo exquisito que es el local de Pablo Ramírez - pueden apaciguar.
¿Cómo explicar esa concurrencia de materiales, colores, formas y conceptos en la que todo funciona, nada falta y nada sobra, en fin: la belleza hecha materia? Y luego: ¿cómo describir la sensación de tal materia cuando se funde con mi cuerpo convirtiéndolo en ese mismo instante en algo que es tanto más de la suma de sus partes?
Frente al espejo, bajo la mirada cómplice de la mina que me atiende –ella sí comparte este ritual centenario cuya necesidad llevo en mi ADN- con la ferocidad de una leona embriagada de sangre de antilopita recién cazada, sabiendo que esta vez nada pero nada en este mundo me va a privar de la posesión de mis objetos del deseo, finalmente, gozando como loca, acabo.
PS. Renuncié a una carrera para mi primer marido; abandoné todos los zapatos de Nueva York para mi segundo. De ahí el lema renacimental que hice bordar en mi último vestido de novia: Per amor son disposta a soffrir tutte le pene.
Sex, Dreams, Shoes, La Petite Mort
Wandering on a sunny day, lazily checking out kick knacks at a Chinese bazaar, I suddenly realize I’m in Manhattan and to be exact, on Lafayette a few blocks south of Tootsi Plohound.
In a rush of joy that I know is purely fictitious and at the same time relishing its intermittent reality, salivating in anticipation and overwhelmed with the relief of an exile miraculously restored to her native land, I take off up the avenue, recognizing every familiar graffiti, detail, corner and inch of concrete along the way while savoring the rise of a certain euphoric tension, which I experience bodily as pre-orgasmic waves. I’m about to reach the holy grail…when my husband, hot on the trail of his own personal joy, wakes me up.
Kill him this second, or get laid?
Anyway. For the next 24 hours I remain in coitus or should I say Tootsi interruptus - a state that my husband, he of the eternal Converse sneakers, will never understand in this lifetime or the next - dogged by the ephemeral but tenacious remnant of the dream that possesses me like a “sweet poison,” as an Argentine writer I love wrote in a slightly different context.
Until one cloudy day, i.e. yesterday, wandering into a new store in La Barra I chance upon a series of objects, coming in pairs and labeled made in Italy, whose vision instantly restores me to the joyful aura of night before last.
I begin to salivate in Pavlovian abandon as nourishing waves flow from my eyes – the organs which, according to Stendhal, transmit love to the heart – to every cell of my starved being: a hunger that has accompanied me since I landed in Argentina, and which, until yesterday, only strategic raids into far-flung foreign territories – with the exception, as I’ve said before, of Pablo Ramírez’s boutique, where the flawless and the exquisite go hand in hand – could appease.
How to describe that merging of material, color, shape and concept in which nothing is superfluous and nothing is missing, i.e. the transmutation of beauty into matter? And more: what is the alchemy that occurs when said matter fuses with my body, converting it into something that is so much more than the sum of its parts?
Facing the mirror under the complicit gaze of the salesgirl as she shares in this ancient ritual whose necessity is engraved into my DNA, intoxicated like a lioness after a fresh kill, fierce in the knowledge that this time no earthly power can come between me and the objects of my desire, deliciously, madly, finally, I come.
PS. I gave up a career to be with my first husband; I left behind all the shoes in New York to be with my second; hence the Renaissance motto I embroidered on my last wedding dress, which read: No sacrifice too great for love.
bikini for Mlle P
las crónicas del tío G
Hoy una estría dorada atraviesa la curva azul de la bahía, y ¡qué repentina alegría al darme cuenta de que el lobo marino asomando su cara tranquilona, de bigotes, ojitos redondos y grandes dientes amarillas a flor del agua debajo de los stands donde las uruguayas venden pescado –sus hijos y maridos, no lejos, rebobinan redes en el muelle– es tan parecido a Gaetano, mi tío más querido!
Así de grandote, lento, amable y hedonista era ese tío, que famosamente en las crónicas familiares huyó -a sus 40, casado y padre ya- con su primer amor la cual, enviudada de un millonario, había vuelto a buscar a Gaetano para llevárselo hacia una fabulosa vida farandolesca.
En esa época el tío venía muy seguido a casa y se quedaba horas jugando con mi hermana y yo en nuestra habitación, cuyas camas y escritorios de niña se volvían de pronto naves piratas y nosotros tres, bandos enemigos entregados a largos, feroces e adrenalínicos combates marinos al estilo de Contra viento y marea.
Al final el tío, quizás por orgullo de macho siciliano no se bancó su nueva vida de gigoló glorificado y quebrándole el corazón a su bella volvió con la tía Marisa, una profe del secundario cero jet set, con la que se quedó hasta el final. Quién sabe a qué precio: por ahí como Carla Bruni ese funcionario con alma de artista, sentido del humor bien dark, elegancia de dandy y andar de lobo marino de vez en cuando canturreaba entre sí:
On m’a dit que le temps qui glisse c’est un salaud
Que de nos chagrins il s’en fait des manteaux
Pourtant quelqu’un m’a dit
Que tu m’aimes encore
Serait-ce posible alors…
Y quizás fue bajo la inspiración de ese lejano y desdichado amor que me dejó las que resultaron ser sus últimas palabras, susurradas mientras nos saludábamos –él viudo a sus casi 80, yo recién divorciada a mis 35- luego de un riquísimo almuerzo familiar a orillas del lago de Bracciano: “No destruyas a tus hombres Stef...teneles piedad.”
Uncle G Rules
Today a golden band crosses the blue curve of the bay, and what a delight it was to realize that the sea lion whose large round face with protuberant eyes, mustache and big yellow teeth broke the surface of the water below the stands where Uruguayan women –their sons and husbands folding nets on the dock nearby- hawked the catch of the day, so resembled my favorite uncle!
Just this portly, slow, debonair and hedonistic was Gaetano, who notoriously in the family chronicles abandoned his wife and small child when his first love, having become a millionaire’s widow, returned to carry him off into the stratosphere of the rich & famous.
This was the period in which our disgraced uncle often came by the house, where he would immediately retire into the magical precincts of our bedroom, whose child-sized beds and desks became as many pirate vessels and where the three of us – little sister, Gaetano and I – engaged in lengthy, fierce and adrenaline-ridden Master and Commander-style naval warfare.
Finally Gaetano, due perhaps to Sicilian macho pride, decided he was through with the glorified gigolo lifestyle and, breaking his beloved jet setter’s heart, returned to our aunt Marisa, the unglamorous but forgiving high school teacher at whose side he remained until the end. Who knows what price he paid for freedom: maybe like Carla Bruni this civil servant with the soul of an artist, a self-deprecating sense of humor, the elegance of a dandy and the bearing of a sea lion, hummed to himself from time to time:
On m’a dit que le temps qui glisse c’est un salaud
Que de nos chagrins il s’en fait des manteaux
Pourtant quelqu’un m’a dit
Que tu m’aimes encore
Serait-ce posible alors…
And perhaps it was under the inspiration of his remote and star-crossed romance that he imparted what turned out to be his last words of wisdom, whispered as we parted – he a widower at 80, I a recent divorcée at 35 – after an elaborate family lunch on the shores of Bracciano lake: “Don’t destroy your men Stef...have mercy.”
Así de grandote, lento, amable y hedonista era ese tío, que famosamente en las crónicas familiares huyó -a sus 40, casado y padre ya- con su primer amor la cual, enviudada de un millonario, había vuelto a buscar a Gaetano para llevárselo hacia una fabulosa vida farandolesca.
En esa época el tío venía muy seguido a casa y se quedaba horas jugando con mi hermana y yo en nuestra habitación, cuyas camas y escritorios de niña se volvían de pronto naves piratas y nosotros tres, bandos enemigos entregados a largos, feroces e adrenalínicos combates marinos al estilo de Contra viento y marea.
Al final el tío, quizás por orgullo de macho siciliano no se bancó su nueva vida de gigoló glorificado y quebrándole el corazón a su bella volvió con la tía Marisa, una profe del secundario cero jet set, con la que se quedó hasta el final. Quién sabe a qué precio: por ahí como Carla Bruni ese funcionario con alma de artista, sentido del humor bien dark, elegancia de dandy y andar de lobo marino de vez en cuando canturreaba entre sí:
On m’a dit que le temps qui glisse c’est un salaud
Que de nos chagrins il s’en fait des manteaux
Pourtant quelqu’un m’a dit
Que tu m’aimes encore
Serait-ce posible alors…
Y quizás fue bajo la inspiración de ese lejano y desdichado amor que me dejó las que resultaron ser sus últimas palabras, susurradas mientras nos saludábamos –él viudo a sus casi 80, yo recién divorciada a mis 35- luego de un riquísimo almuerzo familiar a orillas del lago de Bracciano: “No destruyas a tus hombres Stef...teneles piedad.”
Uncle G Rules
Today a golden band crosses the blue curve of the bay, and what a delight it was to realize that the sea lion whose large round face with protuberant eyes, mustache and big yellow teeth broke the surface of the water below the stands where Uruguayan women –their sons and husbands folding nets on the dock nearby- hawked the catch of the day, so resembled my favorite uncle!
Just this portly, slow, debonair and hedonistic was Gaetano, who notoriously in the family chronicles abandoned his wife and small child when his first love, having become a millionaire’s widow, returned to carry him off into the stratosphere of the rich & famous.
This was the period in which our disgraced uncle often came by the house, where he would immediately retire into the magical precincts of our bedroom, whose child-sized beds and desks became as many pirate vessels and where the three of us – little sister, Gaetano and I – engaged in lengthy, fierce and adrenaline-ridden Master and Commander-style naval warfare.
Finally Gaetano, due perhaps to Sicilian macho pride, decided he was through with the glorified gigolo lifestyle and, breaking his beloved jet setter’s heart, returned to our aunt Marisa, the unglamorous but forgiving high school teacher at whose side he remained until the end. Who knows what price he paid for freedom: maybe like Carla Bruni this civil servant with the soul of an artist, a self-deprecating sense of humor, the elegance of a dandy and the bearing of a sea lion, hummed to himself from time to time:
On m’a dit que le temps qui glisse c’est un salaud
Que de nos chagrins il s’en fait des manteaux
Pourtant quelqu’un m’a dit
Que tu m’aimes encore
Serait-ce posible alors…
And perhaps it was under the inspiration of his remote and star-crossed romance that he imparted what turned out to be his last words of wisdom, whispered as we parted – he a widower at 80, I a recent divorcée at 35 – after an elaborate family lunch on the shores of Bracciano lake: “Don’t destroy your men Stef...have mercy.”
la voluptuosidad
Tan de repente
En un baño
Bajo luz fluorescente
Sexo eufórico
Con un extraño
Descubriendo limites infranqueables
Y violándolos
Violándome
Por vos.
Y después:
Imposible no volver a tu cajita estéril
Llena de tus patologías y de tus deberes
Tus hijos y tus mujeres
Tus amantes y esclavas
Y de todas las putas que te cogerías
Hasta a sus madres, hijas y hermanas.
Fantaseamos con que soy tu hermana mayor
Que regresamos a nuestra infancia
Y que yo le clavo un cuchillo a tu violador.
Mano en la mano lo observamos con delicia
Mientras que se muere muy despacio,
Y después hacemos el amor.
Me convierto en tu juguete;
Descubro los lugares precisos donde ejercitas tu poder
Procurándome infinito y pornográfico placer.
Casi me muero entre la rebeldía y el sometimiento
Y tu mano acariciándome luego de ciertos tormentos
Es sin duda la cosa más bondadosa y dulce de este mundo.
Hermano, compañero, amante
No pude protegerte ni vengarte
Sólo compartir tu cama y tus obsesiones
Entregarme a tus castigos y tus perversiones
Y a esta luz maravillosa, incesante,
Que brota de nuestros cuerpos hechizados
Manchados de pis, de lágrimas, de esperma y de sudor
Cuando tirados, perdidos,
Piel contra piel
Me susurras a los oídos
Siempre te seré fiel
En un baño
Bajo luz fluorescente
Sexo eufórico
Con un extraño
Descubriendo limites infranqueables
Y violándolos
Violándome
Por vos.
Y después:
Imposible no volver a tu cajita estéril
Llena de tus patologías y de tus deberes
Tus hijos y tus mujeres
Tus amantes y esclavas
Y de todas las putas que te cogerías
Hasta a sus madres, hijas y hermanas.
Fantaseamos con que soy tu hermana mayor
Que regresamos a nuestra infancia
Y que yo le clavo un cuchillo a tu violador.
Mano en la mano lo observamos con delicia
Mientras que se muere muy despacio,
Y después hacemos el amor.
Me convierto en tu juguete;
Descubro los lugares precisos donde ejercitas tu poder
Procurándome infinito y pornográfico placer.
Casi me muero entre la rebeldía y el sometimiento
Y tu mano acariciándome luego de ciertos tormentos
Es sin duda la cosa más bondadosa y dulce de este mundo.
Hermano, compañero, amante
No pude protegerte ni vengarte
Sólo compartir tu cama y tus obsesiones
Entregarme a tus castigos y tus perversiones
Y a esta luz maravillosa, incesante,
Que brota de nuestros cuerpos hechizados
Manchados de pis, de lágrimas, de esperma y de sudor
Cuando tirados, perdidos,
Piel contra piel
Me susurras a los oídos
Siempre te seré fiel
escenas de mi vida preconyugal
hace cinco años cuando tenía botas killer que acá no encuentro nada parecido, casa divina en brooklyn y mi piercing
Jens' fab pix of me back when I still had those killer boots, a phat pad in prospect heights & my piercing...and then...
...took my chances on a big jet plane,
never let them tell you that they're all the same...
led zeppelin
Jens' fab pix of me back when I still had those killer boots, a phat pad in prospect heights & my piercing...and then...
...took my chances on a big jet plane,
never let them tell you that they're all the same...
led zeppelin
la tendresse
tomas de nuestra peli de anoche/stills from our shoot
-Amoureux? Qu’es-ce que c’est?
-Ça.
-Non. Ça je sais ce que c’est. C’est la volupté.
-Non. La volupté est une consequence. Elle n’existe pas sans l’amour.
-Alors l’amour, c’est quoi?
-¿Enamorado? ¿Qué quiere decir?
-Esto.
-No. Esto es la voluptuosidad.
-No. La voluptuosidad es una consecuencia. No puede existir sin el amor.
-Entonces el amor... ¿qué es?
-In love? What does it mean?
-This.
-No. I know what this is. It's voluptuousness.
-No. Voluptuousness is a consequence. It can't exist without love.
-So...what is love?
Godard, Alphaville
-Ça.
-Non. Ça je sais ce que c’est. C’est la volupté.
-Non. La volupté est une consequence. Elle n’existe pas sans l’amour.
-Alors l’amour, c’est quoi?
-¿Enamorado? ¿Qué quiere decir?
-Esto.
-No. Esto es la voluptuosidad.
-No. La voluptuosidad es una consecuencia. No puede existir sin el amor.
-Entonces el amor... ¿qué es?
-In love? What does it mean?
-This.
-No. I know what this is. It's voluptuousness.
-No. Voluptuousness is a consequence. It can't exist without love.
-So...what is love?
Godard, Alphaville
las crónicas de claudia
A veces la gente me pregunta por mi hermana: qué onda? dónde vive? qué hace? En síntesis: mientras yo merodeo por las noches porteñas ella se la pasa a orillas del oceano africano así (ver ilustraciones). Lastima que recien me perdí su fiesta de cumple con performances poeticas, danzas contemporaneas y chicos glamourosos pintados de azul.
Sometimes people ask about my sister: what's her deal? where does she live? what is she up to? Summing up: while I nightcrawl around the streets of Buenos Aires, she hangs out on the shores of Africa, like this (see illustrations). Too bad I had to miss her latest birthday party, which featured poetry performances, contemporary dance, and glamorous boys with blue eyeshadow.
Sometimes people ask about my sister: what's her deal? where does she live? what is she up to? Summing up: while I nightcrawl around the streets of Buenos Aires, she hangs out on the shores of Africa, like this (see illustrations). Too bad I had to miss her latest birthday party, which featured poetry performances, contemporary dance, and glamorous boys with blue eyeshadow.
la terraza de la galeria
Momentos Proustianos
Anoche en la inauguración de Rosana Schoijett estaba en la cola del baño en la terraza de la galería, donde entre las masas lookeadas manaba un delicioso champagne rosé y circulaban bandejas de ostras suculentas, el todo musicalizado por mi DJ preferido para siempre del momento: Mascarpone, cuando un desconocido atrás mío me dice en perfecto idioma yanqui: “Perdón…¿viviste en Nueva York?” “Si, ¿cómo lo sabías?” “Reconozco tu perfume…me vuelve loco. ¿Puedo olerte más cerca?” “Y…por qué no,” contesto democráticamente, pensando que muy pocos – y los que sí, suelen ser gay – se fijan en mi sutil aceite de almizcle que sólo se obtiene de ciertos vendedores callejeros musulmanes ahí en la esquina de la 1ª Avenida y 11th Street. Resulta que este chico también es fiel partidario del Egyptian musk, . “Qué flash,” sigue el chico, de nombre Gonzalo, respirando hondo cerca de mi cuello. “Qué nostalgia…encima me quedé a seco…¿no tendrás para venderme?” suspira con cierto afán de junky necesitado. Seguimos agarrados el uno a la otra, dos exiliados reconociéndose - literalmente al olfato - en medio del destierro: ¡qué alivio compartir, aunque sea por un momento y con un perfecto extraño, códigos, lenguaje, ritmos y memorias! Y cada vez que se nos acercaba alguna amiga suya Gonzalo me repetía “Perdón…¿puede olerte ella también? Che, fijáte en este perfume...me está matando.” Dichas amigas eran lindas, así que sintiéndome una promiscua diosa de la misericordia rodeada de suplicantes, me entregué con gusto a mi papel de galletita madeleine para un surtido de expatriados. Suerte que al rato se abrió la puerta del baño, y logré darle una vuelta a la noche. El pasado, se sabe, es una sirena potencialmente asesina...y yo tenía varios places to go y people to see antes de la madrugada.
Proustian Moments
Waiting in the bathroom line at last night’s opening on our favorite gallery’s lovely terrace - where the champagne flowed, generous trays of big fat oysters circulated endlessly among the glittering crowds, and my best DJ forever of the moment: Mascarpone, enveloped us in his genius sound – when I hear the following, uttered in flawless American: “Hey did you used to live in New York?” “Yeah,” I answer the cute boy behind me. “How did you know?” “I recognize your perfume. Oh my god, can I just…smell you a little closer?” “Uhmm…sure,” I say democratically, thinking to myself that only the -usually gay- discerning few care to notice the subtleties of Egyptian musk, which is solely available at the Muslim street vendors’ on 1st Ave. and 11th. It turns out that the boy, whose name is Gonzalo, is a fellow aficionado of this heavenly essence. “What a trip,” sighs Gonzalo, inhaling deeply next to my neck. “It’s making me homesick…plus I just ran out…do you have any I can buy?” he continues like a junkie in withdrawal. Exiles recognizing one another in the midst of their diaspora, we latch on to each other greedily: what a relief it is to share codes, language, rhythms and memories, if only for a moment and with a perfect stranger…And every time some friend of his came within range Gonzalo repeated like a mantra: “Do you mind letting her catch a whiff? Girl, check this shit out. It’s driving me nuts.” His friends were pretty, so feeling like some promiscuous goddess of mercy I willingly performed the role of madeleine cookie for the benefit of assorted expats. The bathroom door eventually opened, and I was able to give my night crawl a different spin. The siren song of the past, as we know, is potentially fatal…and besides, I had many more places to go and people to see before dawn.
Anoche en la inauguración de Rosana Schoijett estaba en la cola del baño en la terraza de la galería, donde entre las masas lookeadas manaba un delicioso champagne rosé y circulaban bandejas de ostras suculentas, el todo musicalizado por mi DJ preferido para siempre del momento: Mascarpone, cuando un desconocido atrás mío me dice en perfecto idioma yanqui: “Perdón…¿viviste en Nueva York?” “Si, ¿cómo lo sabías?” “Reconozco tu perfume…me vuelve loco. ¿Puedo olerte más cerca?” “Y…por qué no,” contesto democráticamente, pensando que muy pocos – y los que sí, suelen ser gay – se fijan en mi sutil aceite de almizcle que sólo se obtiene de ciertos vendedores callejeros musulmanes ahí en la esquina de la 1ª Avenida y 11th Street. Resulta que este chico también es fiel partidario del Egyptian musk, . “Qué flash,” sigue el chico, de nombre Gonzalo, respirando hondo cerca de mi cuello. “Qué nostalgia…encima me quedé a seco…¿no tendrás para venderme?” suspira con cierto afán de junky necesitado. Seguimos agarrados el uno a la otra, dos exiliados reconociéndose - literalmente al olfato - en medio del destierro: ¡qué alivio compartir, aunque sea por un momento y con un perfecto extraño, códigos, lenguaje, ritmos y memorias! Y cada vez que se nos acercaba alguna amiga suya Gonzalo me repetía “Perdón…¿puede olerte ella también? Che, fijáte en este perfume...me está matando.” Dichas amigas eran lindas, así que sintiéndome una promiscua diosa de la misericordia rodeada de suplicantes, me entregué con gusto a mi papel de galletita madeleine para un surtido de expatriados. Suerte que al rato se abrió la puerta del baño, y logré darle una vuelta a la noche. El pasado, se sabe, es una sirena potencialmente asesina...y yo tenía varios places to go y people to see antes de la madrugada.
Proustian Moments
Waiting in the bathroom line at last night’s opening on our favorite gallery’s lovely terrace - where the champagne flowed, generous trays of big fat oysters circulated endlessly among the glittering crowds, and my best DJ forever of the moment: Mascarpone, enveloped us in his genius sound – when I hear the following, uttered in flawless American: “Hey did you used to live in New York?” “Yeah,” I answer the cute boy behind me. “How did you know?” “I recognize your perfume. Oh my god, can I just…smell you a little closer?” “Uhmm…sure,” I say democratically, thinking to myself that only the -usually gay- discerning few care to notice the subtleties of Egyptian musk, which is solely available at the Muslim street vendors’ on 1st Ave. and 11th. It turns out that the boy, whose name is Gonzalo, is a fellow aficionado of this heavenly essence. “What a trip,” sighs Gonzalo, inhaling deeply next to my neck. “It’s making me homesick…plus I just ran out…do you have any I can buy?” he continues like a junkie in withdrawal. Exiles recognizing one another in the midst of their diaspora, we latch on to each other greedily: what a relief it is to share codes, language, rhythms and memories, if only for a moment and with a perfect stranger…And every time some friend of his came within range Gonzalo repeated like a mantra: “Do you mind letting her catch a whiff? Girl, check this shit out. It’s driving me nuts.” His friends were pretty, so feeling like some promiscuous goddess of mercy I willingly performed the role of madeleine cookie for the benefit of assorted expats. The bathroom door eventually opened, and I was able to give my night crawl a different spin. The siren song of the past, as we know, is potentially fatal…and besides, I had many more places to go and people to see before dawn.
los escritores tradicionales no bailan (escrito al estilo barban)
El otro día nos habíamos quedado un rato tomando un vino después de un evento cultural cuando surgió el tema de los planes para la noche. Un amigo novelista nos comentó que tenía el cumple de otro literato. Nosotros, que íbamos a la fiesta de una chica piola: ahí notamos una chispa de envidia en su mirada.
“¿Van a bailar?” preguntó. “Y…seguro,” contestamos. “Nosotros casi seguro que no,” siguió él tristemente. “Los escritores tradicionales no bailan. Se quedan ahí parados, quejándose del ruido y tratando de tener conversaciones profundas. Es un plomo.”
Para animarlo le nombramos varios autores ahí presentes que hemos visto salir a las pistas con regularidad. “Él es gay, no cuenta,” suspiró nuestro amigo. “Ellas tampoco cuentan. Son mujeres.” Le pedimos entonces su definición de escritor tradicional. “Varón, hetero, no blogger. Yo soy el único escritor tradicional que baila,” afirmó con cierta mezcla de orgullo y melancolía.
Con lo cual nos dimos cuenta una vez más de que amor talento y fama no siempre alcanzan para ser felices...y nos alejamos canturreando: We can dance if we want to/We can leave your friends behind/'Cause your friends don't dance and if they don't dance/Well they're no friends of mine….
Traditional Writers Don’t Dance
The other evening we were hanging out having a glass of wine after a cultural event, when the topic of plans for the night came up. A novelist friend said he was off to another literati’s birthday. We said we were on our way to a fiesta. “Are you going to dance?” he asked. “Probably,” we said, noticing the small glimmer of envy in his eyes. “We probably won’t,” he continued wistfully. “Traditional writers don’t dance. They just stand around bitching about the noise and trying to have deep conversations. It’s such a drag.”
Trying to cheer him up, we pointed to several fellow authors whom we know for a fact, are apt to shake their booties at the slightest provocation. “Oh he doesn’t count. He’s gay,” sighed our friend. “And they don’t either. They’re women.” We then asked for his definition of traditional writer. “Straight male non-blogger. I’m the only traditional writer who dances,” he stated with a mixture of melancholy and pride, reminding us once more that having love talent and fame aren’t always enough to make one completely happy...and we took off, humming We can dance if we want to/We can leave your friends behind/'Cause your friends don't dance and if they don't dance/Well they're no friends of mine….
“¿Van a bailar?” preguntó. “Y…seguro,” contestamos. “Nosotros casi seguro que no,” siguió él tristemente. “Los escritores tradicionales no bailan. Se quedan ahí parados, quejándose del ruido y tratando de tener conversaciones profundas. Es un plomo.”
Para animarlo le nombramos varios autores ahí presentes que hemos visto salir a las pistas con regularidad. “Él es gay, no cuenta,” suspiró nuestro amigo. “Ellas tampoco cuentan. Son mujeres.” Le pedimos entonces su definición de escritor tradicional. “Varón, hetero, no blogger. Yo soy el único escritor tradicional que baila,” afirmó con cierta mezcla de orgullo y melancolía.
Con lo cual nos dimos cuenta una vez más de que amor talento y fama no siempre alcanzan para ser felices...y nos alejamos canturreando: We can dance if we want to/We can leave your friends behind/'Cause your friends don't dance and if they don't dance/Well they're no friends of mine….
Traditional Writers Don’t Dance
The other evening we were hanging out having a glass of wine after a cultural event, when the topic of plans for the night came up. A novelist friend said he was off to another literati’s birthday. We said we were on our way to a fiesta. “Are you going to dance?” he asked. “Probably,” we said, noticing the small glimmer of envy in his eyes. “We probably won’t,” he continued wistfully. “Traditional writers don’t dance. They just stand around bitching about the noise and trying to have deep conversations. It’s such a drag.”
Trying to cheer him up, we pointed to several fellow authors whom we know for a fact, are apt to shake their booties at the slightest provocation. “Oh he doesn’t count. He’s gay,” sighed our friend. “And they don’t either. They’re women.” We then asked for his definition of traditional writer. “Straight male non-blogger. I’m the only traditional writer who dances,” he stated with a mixture of melancholy and pride, reminding us once more that having love talent and fame aren’t always enough to make one completely happy...and we took off, humming We can dance if we want to/We can leave your friends behind/'Cause your friends don't dance and if they don't dance/Well they're no friends of mine….
scary movie sublimations
Los personajes de cine con los que más me identifico:
• Julian, Hijos del hombre: la guerrillera humanista
• Lucia Atherton, El Portero de noche: la esclava de un amor transgresivo y fatal
• Michael Corleone: el siciliano que nunca olvida ni perdona
• Emma Bovary, versión Chabrol: la über fashion victim
Movie characters I most identify with:
• Julian, Children of Men: the humanist freedom fighter
• Lucia Atherton, The Night Porter: the slave to a fatal, transgressive love
• Michael Corleone: the Sicilian who never forgives or forgets
• Emma Bovary in Chabrol's version: the fashion victim who puts all other fashion victims to shame
• Julian, Hijos del hombre: la guerrillera humanista
• Lucia Atherton, El Portero de noche: la esclava de un amor transgresivo y fatal
• Michael Corleone: el siciliano que nunca olvida ni perdona
• Emma Bovary, versión Chabrol: la über fashion victim
Movie characters I most identify with:
• Julian, Children of Men: the humanist freedom fighter
• Lucia Atherton, The Night Porter: the slave to a fatal, transgressive love
• Michael Corleone: the Sicilian who never forgives or forgets
• Emma Bovary in Chabrol's version: the fashion victim who puts all other fashion victims to shame
the catherine chronicles
Todo por un porro
Acá al lado, mi preciosa amiga Catherine en toda su gloria. Con Cath solíamos ir al Spa, mi boliche preferido de los miércoles donde Paul Sevigny pinchaba su mágica mezcla ultra rockera. Una vez llegamos temprano y estaba tocando una banda. Como tenemos gustos opuestos - Cath odia el metal, ama la marijuana - me dejo arrastrar hacia un pasillo donde ella arma dos porros. Uno, sin que me de cuenta, se lo pone atrás de la oreja, el otro lo fumamos. El recital sigue a full. Yo me muero para ir a ver de qué se trata pero Cath no quiere aventurarse hacia el escenario. Gana la lealtad hacia mi amiga así que aprendo un cigarrillo a la espera del dancing. Llega una chica del security y nos dice: ladies acá no pueden fumar porro. Nosotras: pero si es un cigarrillo. Ella: bombona ¿y que tenés atrás de la oreja? Nos da dos opciones: tirarlo al inodoro, o salir y volver. Bastante enojada, sigo a la boluda de mi amiga hacia la salida. La banda acaba de terminar. Veo un montón de gente disfrazada de Gene Simmons. Le pregunto al chico en la puerta: ¿Quién tocó? El me mira como si fuera una marciana. Contesta: Uhmm…Kiss!!?! Catherine, ese día te quise matar. Pero quién nos quita lo bailado…el porro estuvo rico y la noche fue, por supuesto, totally crazysexycool.
All for a Joint
In this picture, my friend Catherine in all her glory. Cath and I used to go dancing at Spa, my favorite Wednesday night club where DJ Paul Sevigny regaled us with his magical mix of vintage rock n roll. One night we got there early, and a band was playing. As we have opposite tastes – Cath hates metal, loves grass – I let her drag me off to a secluded corner, where she rolls a couple of joints. One she sticks behind her ear, the other we smoke. The concert is going full blast and I’m dying to check it out, but Cath has no desire to fight her way through the headbanging masses. Loyalty to my girlfriend wins out, so I light a fag while waiting for the dancing to start. This chick from security comes up to us. "Ladies you can’t smoke no pot in here," she says. "What do you mean?" I say. "This is just a cigarette." "Uh-huh. And what’s that behind your ear?" We were so blitzed we forgot all about that small detail. Out of the goodness of her heart she gives us two choices: a) flush it down the toilet or b) leave and come back later. Pretty disgruntled, I follow my stoner girlfiend to the exit. The concert has just ended, and I notice all these kids running around in full Gene Simmons stage make-up. I ask the doorman: "Who just played?" He stares at me like I’m the world’s biggest moron. "Uhmm…KISS?!?" Catherine, I could have strangled you that time. But why deny it: your weed was wicked, and the night that had just begun turned out to be, of course, totally crazysexycool.
Acá al lado, mi preciosa amiga Catherine en toda su gloria. Con Cath solíamos ir al Spa, mi boliche preferido de los miércoles donde Paul Sevigny pinchaba su mágica mezcla ultra rockera. Una vez llegamos temprano y estaba tocando una banda. Como tenemos gustos opuestos - Cath odia el metal, ama la marijuana - me dejo arrastrar hacia un pasillo donde ella arma dos porros. Uno, sin que me de cuenta, se lo pone atrás de la oreja, el otro lo fumamos. El recital sigue a full. Yo me muero para ir a ver de qué se trata pero Cath no quiere aventurarse hacia el escenario. Gana la lealtad hacia mi amiga así que aprendo un cigarrillo a la espera del dancing. Llega una chica del security y nos dice: ladies acá no pueden fumar porro. Nosotras: pero si es un cigarrillo. Ella: bombona ¿y que tenés atrás de la oreja? Nos da dos opciones: tirarlo al inodoro, o salir y volver. Bastante enojada, sigo a la boluda de mi amiga hacia la salida. La banda acaba de terminar. Veo un montón de gente disfrazada de Gene Simmons. Le pregunto al chico en la puerta: ¿Quién tocó? El me mira como si fuera una marciana. Contesta: Uhmm…Kiss!!?! Catherine, ese día te quise matar. Pero quién nos quita lo bailado…el porro estuvo rico y la noche fue, por supuesto, totally crazysexycool.
All for a Joint
In this picture, my friend Catherine in all her glory. Cath and I used to go dancing at Spa, my favorite Wednesday night club where DJ Paul Sevigny regaled us with his magical mix of vintage rock n roll. One night we got there early, and a band was playing. As we have opposite tastes – Cath hates metal, loves grass – I let her drag me off to a secluded corner, where she rolls a couple of joints. One she sticks behind her ear, the other we smoke. The concert is going full blast and I’m dying to check it out, but Cath has no desire to fight her way through the headbanging masses. Loyalty to my girlfriend wins out, so I light a fag while waiting for the dancing to start. This chick from security comes up to us. "Ladies you can’t smoke no pot in here," she says. "What do you mean?" I say. "This is just a cigarette." "Uh-huh. And what’s that behind your ear?" We were so blitzed we forgot all about that small detail. Out of the goodness of her heart she gives us two choices: a) flush it down the toilet or b) leave and come back later. Pretty disgruntled, I follow my stoner girlfiend to the exit. The concert has just ended, and I notice all these kids running around in full Gene Simmons stage make-up. I ask the doorman: "Who just played?" He stares at me like I’m the world’s biggest moron. "Uhmm…KISS?!?" Catherine, I could have strangled you that time. But why deny it: your weed was wicked, and the night that had just begun turned out to be, of course, totally crazysexycool.
soy una vampiresa
Hoy, por fin, logro salir a la calle a eso de las 10am. La luz me ciega a través de mis lentes oscuras. Tomo refugio cuanto antes en mi bar de la esquina, donde me hundo en una revista llena de consejos de aplastante mezquinidad sobre cómo atrapar un novio, cómo coger, y cuales feísimos zapatos están de moda. Me doy cuenta de que disfrutaría de esta sórdida chatarra más aún si estuviera escondida en mi baticueva. O, como mucho, podría buscar asilo en el local de Pablo Ramírez, donde todo es luxe, calme et volupté. Pero siento que estoy desapareciendo. Huyo a casa tratando de caminar en la sombra. Permanezco puertas adentro hasta que baja el sol. Sólo me queda decirle a mi superego, que sigue retándome con que mi pasión por la vida nocturna es algo innatural, en las palabras del rey al demagogo: ¿Por qué no te callas?
I'm a Vampire
Today, at last, I manage to make it to the street around 10am. The light blinds me in spite of my Blindes. I take shelter asap in my corner café, where I dive into a women’s magazine replete with crushingly mean-spirited advice on how to trap a boyfriend, how to fuck, and what incredibly ugly shoes are supposed to be fashionable right now. I realize I would enjoy this sordid junk even more were I still safely hidden in my batcave. I ponder the possibility of seeking asylum in the only other place I could bear right now: Pablo Ramírez's boutique...that pristine temple of luxury, beauty and serenity. But the prospect of fighting traffic all the way to San Telmo strangles this weak impulse at birth. I flee back to my house, trying to keep in the shade. I stay indoors until the sun goes down. And all I can do is tell my superego, which keeps bitching about my unnatural passion for the nightlife, in the king of Spain's recent words to the Venezuelan demagogue: Why don’t you shut up??
I'm a Vampire
Today, at last, I manage to make it to the street around 10am. The light blinds me in spite of my Blindes. I take shelter asap in my corner café, where I dive into a women’s magazine replete with crushingly mean-spirited advice on how to trap a boyfriend, how to fuck, and what incredibly ugly shoes are supposed to be fashionable right now. I realize I would enjoy this sordid junk even more were I still safely hidden in my batcave. I ponder the possibility of seeking asylum in the only other place I could bear right now: Pablo Ramírez's boutique...that pristine temple of luxury, beauty and serenity. But the prospect of fighting traffic all the way to San Telmo strangles this weak impulse at birth. I flee back to my house, trying to keep in the shade. I stay indoors until the sun goes down. And all I can do is tell my superego, which keeps bitching about my unnatural passion for the nightlife, in the king of Spain's recent words to the Venezuelan demagogue: Why don’t you shut up??
another goddess is born/nació otra diosa
my miu miu bag makes me violently happy
Et pourquoi m’arrêter aux choses permanentes, tandis que les goûts fugitifs d’un seul jour devenaient pour moi autant de passions violentes?
Why stop at permanent things, when the fugitive pleasures of a single day turned into as many violent passions?
Para qué fijarme en las cosas permanentes, cuando los placeres fugaces de un solo día se convertían en pasiones violentas…
Rousseau, Les Pensées
Why stop at permanent things, when the fugitive pleasures of a single day turned into as many violent passions?
Para qué fijarme en las cosas permanentes, cuando los placeres fugaces de un solo día se convertían en pasiones violentas…
Rousseau, Les Pensées
le rayon vert/the green ray
Last night, fabulous party in Palermo: the girls swooned over Red Mega Tone lead singer as he rocked the house in my grandma's astrakhan jacket while the boys drooled over this new Brit invasion band's fetching lead accordionist. Alan tried unsuccessfully to get Greg drunk on gancia batidos while I got lost in our hosts' endless, flawlessly appointed mansion searching for a bathroom with a mirror. I eventually found one with a weird red doll. Was she smiling at me, or was she smiling just because? Meanwhile the cool & groovy actress DJ took us higher and higher, but the cherry on top had to be that wicked green laser snaking all over the dance floor.
cecilia, tan altiva y tan sensible,
tan diva y tan de nadie como yo
mi gozo, mi veneno,
mi pasión...rayito de sombra,
gatito de alfombra,
palermo y gran vía
mi sueño, mi vigilia,
mi adicción...cecilia
fito paez
I don't want to be wanted. I just want to be understood.
Greg
tan diva y tan de nadie como yo
mi gozo, mi veneno,
mi pasión...rayito de sombra,
gatito de alfombra,
palermo y gran vía
mi sueño, mi vigilia,
mi adicción...cecilia
fito paez
I don't want to be wanted. I just want to be understood.
Greg
happy halloween!!
One need not be a chamber to be haunted;
One need not be a house;
The brain has corridors surpassing
Material place.
Emily Dickinson
One need not be a house;
The brain has corridors surpassing
Material place.
Emily Dickinson
Subscribe to:
Posts (Atom)