noche clandestina en la avenida de mayo

Anoche una multitud de artistas y los que los aman esquivaron los palos de los piqueteros K y se citaron en un hermoso piso antiguo con vista a la cúpula del Congreso envuelta en un delicado manto de lluvia para escuchar la banda de Sergio Bizzio, escritor tradicional que si bien supuestamente no baila, con el sonido hipnotizante de su guitarra eléctrica mágicamente me transmutó hacia una peli de David Lynch.

Iba rodando surrealisticamente por la famosa carretera perdida cuando me cruzé con Arturo Aguiar, cuya intención de lucirme en alguna de sus oníricas tomas, mucho a mi pesar, nunca se concretó. Pero nada de amargura: enseguida le entregué mi modelo favorita en cualquier hora del día o de la noche, y el fotógrafo errante se quedó 1. fascinado y 2. con el teléfono de mi bella.

Rodeadas de un sinfín de chicas exquisitas, entre ellas nuestra alphareina, la siempre impactante Gaby Bex, cierta sílfide que volvío a surgir de la nada cual mariposa nocturna y la tan preciosa cuan talentosa actriz Paula Salomon, comimos sushi, bailamos mi novia ideal aka Joan Jett y admiramos la impresionante colección de obras colgadas en cada pared: todo un lujo estético y sensorial. Pero el broche de oro fue sin duda el divino Diego Sasturain, cuando al despedirse me regaló una copia de su nueva novela: otro obsequio inesperado en este mes de mi cumple número 42 tan lleno de sorpresas, algunas grotescas y otras sublimes.