synchronicity

Hay noches en las que, por alguna misteriosa alquimía operante en planos ajenos a nuestra voluntad, todo encaja a la perfección. Así, por ejemplo, la entereza pulida, radiante, acabada de queen kat cuando vino a casa a cenar y que, brotando de su cambio interior y declarándose en su espalda sensualmente descubierta vis à vis la elegancia de sus brazos envueltos hasta las muñecas, en los jeans ceñidos que le moldeaban las piernas con milimétrica precisión y el pálido fulgor de su precioso chignon, me transmitió certezas que necesitaba en el momento más indicado.

Después de cenar fuimos de visita a San Telmo donde cariños A, luciendo guantes de boxeo escarlatos, nos recibió con el ritual arrojo de un peluche fluo desde la ventana de un segundo piso lleno de lindos cuadros y muñecos extravagantes. Corte a nuestro antro de perdición favorito, donde la reina de cabellera llameante dio prueba de noblesse oblige invitándome a su cabaret líquido: otro agasajo inesperado en este mes de mi cumple número 42 tan lleno de sorpresas, algunas grotescas y otras sublimes.

Próxima locación compass, donde nos esperaba en la puerta cierto objeto de nuestra codicia femenina. Nos zambullimos en el Lado B donde, esquivando la bomboncita de pelo early joan jett que se me tiró encima con alcohólico ardor, descubrimos al DJ keem: un profundo conocedor del rocanrol que de mano firme y apasionada nos guió por caminos nunca trillados, siempre exquisitos. Mi corazón de puma grabado con el lema I love rock 'n roll latía agradecido mientras el chico de rulos me aseguraba que la juventud uniformada de remeraramones+zapatillasconverse alrededor nuestro no era conciente del seminario magistral que estábamos presenciando. Ni se dan cuenta me silbó, áspero, al oído.

Mientras, el otro lado del boliche ardía. Me llamaron la atención los dos chicos lindos que reinaban en la cabina y sí, eran los legendarios djs pareja que con amor y maestría nos estaban haciendo levitar higher and higher. Por segunda vez en pocas horas me hallé en esa simbiosis entre dancer y DJ que siempre busco y pocas veces encuentro. Es que no alcanza con mantenerse fiel a metas, compañias, gustos y herramientas. También hay que dar con esas noches que, engendradas bajo el signo enigmático de la sincronicidad, fortuitas, deparan tramas impecables.

with one breath
with one flow
you will know
synchronicity

the police

There are nights when, due to some mysterious alchemy operating on levels completely alien to our individual will, everything falls perfectly into place. So in San Telmo after dinner MRP, wearing scarlet boxing gloves, welcomed us with the ritual launch of a fluorescent teddy bear from the second-floor window of a loft filled with pretty paintings and extravagant toys, while later in our favorite den of perdition, the queen of the flaming hair gave proof of noblesse oblige with an invitation to her liquid cabaret: another unanticipated boon in my birthday month number 42, which has been filled with surprises ranging from the grotesque to the sublime.

Our next location was compass, where a certain object of our female lust awaited us gallantly with comps. Narrowly avoiding the cute lesbian with early joan jett hair who threw herself into my arms in a fit of alcoholic ardor, we instantly dove into the B Side where DJ keem, a profound rock 'n roll connoisseur, guided us with a hand both firm and passionate along historical pathways that were never trite, always exquisite. My grateful puma heart engraved with the motto I love rock 'n roll beat faster, while the ever-skeptical Boy with Curls assured me that the nearby youthful masses in RamonesTshirt+ConverseSneakers uniform were oblivious to the brilliant seminar of rock we had stumbled into. They're totally clueless, he muttered tartly in my ear.

Meanwhile, the other side of the club was on fire. We migrated into the main space, where the duo of adorable lads manning the decks caught my eye and yes it was them...Buenos Aires' very own, the legendary djs pareja taking us higher and higher with consummate love and mastery. For the second time within a few hours I experienced that dancer-DJ symbiosis I always look for and only sometimes find, because maintaining loyalty to partners, scenes, esthetics and devices is only half the battle: you also have to chance upon one of those nights that, born under the sign of synchronicity, out of nowhere, weave plots that are calibrated to perfection.