la hoguera de las vanidades

La química, se sabe, nada tiene que ver con la estética. De ahí esas coyunturas en las que a una le toca escuchar las amigas coreando horrorizadas Cómo pudiste Stef...con uno que no te llega ni a los talones???

Tres veces en la vida descubrí glorias insospechadas en brazos de pretendientes que a primera vista había descartado, y tres veces terminé asombrada: calumnias, engaño, violencia, acoso, golpes bajos...de mis amantes, los más feos fueron los más genios en cama y los más mezquinos a la hora de despedirse.

Consecuencia o casualidad? Quién sabe, who cares: lo cierto es que dejarse ganar por cansancio siempre es mal negocio, pues tarde o temprano el impostor te pasa factura. En eso coincidimos ayer con mi primo adorable, que a su tierna edad ya ha experimentado los estragos de la envidia ajena.

Pero para qué sirven nuestros errores, si no es para ayudarnos a elaborar esa disciplina que el inmortal filósofo nombró elegancia de la conducta, o arte de preferir lo preferible. Mientras, como el inmortal poeta, rezemos:

Amor, que de los ojos haces manar deseo
no vengas nunca a mí unido a la desgracia,
ni sin medida.

i've seen all the pictures, i've studied them forever

guarda antonio se ci somigliamo

fotos para mi primo tano que es de derecha pero taaan guapo y encima maneja una spider, what do we do for an encore? cuz this is hardcore

just get on the floor & show me what you're made of

before you enter the palace of wisdom you have to decide:
are you ready to rock?
oh can you party with me?
can you show me a good time?
do you even know what one looks like?

pulp

el milagro del pop

El jueves a la noche la pasamos desparramados en los sillones al lado de la pileta del Axel: iluminada, llena de náyades deleitandose y deleitandonos con efectos de agua sobre piel, piel bajo agua, y dominada por un retrato pop de la Coca Sarli en su gloria. Estaba inaugurando Barnes, uno que en el arte como en la vida sólo se rodea de mujeres de las que sobresalen. Can any man be trusted? rezaba una de sus pinturas, en la que una rubia chic de suculentos labios escarlatas llora elegantemente detrás de sus gafas de sol con doble reflejo de una pareja besandose.

Pregunta retorica que por razones que mi razón desconoce me lleva directo a por qué los polistas son tan feos y los tenistas tan chongos? Es que entre la Copa Davis y el Abierto de Polo, estuve delirando una semana. Nobody knows me contesta, sibillina, la sabia de Araceli. Pero hay que hinchar para La Dolfina. Por que ganan, y por que son más pop. Con lo cual me cierra todo y vuelvo a deleitarme con las náyades, los tragos 2x1, ese maravilloso rectangulo de pasto esmeralda, Cristian y sus ángeles dando vueltas, Jorge sacando miles de fotos y diciendome YES YOU CAN y la parejita francesa rodando guerrilla style: tonight, de paso, somos todos extras.

i wanna be adored

i don't have to sell my soul
she's already in me

ian brown

de la maldad, el negro y la bruja llorona

Érase una vez se daba por sentado que la voluntad humana nada puede frente a los caprichos de una divinidad enfurecida. La maldad, como la lluvia, se abatía sobre los puros y los impuros en igual medida, provocando en nuestros próceres comentarios onda: Qué mala suerte! Tan buena gente, y lo reventaron igual...por que sí.

Al fagocitar los dueños del Olimpo y sus relativos malhumores -previa su vivisección/catalogación/rotulación- perdimos esa destreza de antaño, que consistía en aguantar la desgracia sin buscarle una vuelta lógica. Ahora según el boletín oficial todo pasa por una razón...algo habrás hecho...it takes two to tango...etc etc. Supersticiones que, llevadas a su extremo, divisan un castigo merecido en un virus mortífero, o utilizan fundamentos racistas a la hora de racionalizar la indigencia de poblaciones enteras.

Y...no. No compro. La inocencia existe y sus profanadores también, y no son la misma cosa. Hay seres que generan abundancia y otros que viven de rapiña, y tampoco son lo mismo. Pero siendo hija del siglo XX me cuesta aceptar semejante arbitrariedad: presa de vuelta en mi calabozo mental -yolopermití yolopermití yolopermití soyunasco soyunasco soyunasco- vuelvo a llorar histericamente.

Me interrompe, imperioso, mi gatuchi: el último, el patito feo, el que más inerme y maltrecho era cuando lo encontré, tamaño iPod enano, mojado, gritando y acechado por moscas gigantescas, debajo de una hoja en un día de lluvia. El precio de su rescate fue altísimo: romper el sagrado voto matrimonial de no-más-mascotas. Con conciencia de traidora y corazón de martire traje el minúsculo invasor a casa, donde enfrenté una tormenta de reproches que me cubrieron de ignominia a la vez que rozaban oscuras amenazas de separación.

Con astucia de bruja ante su inquisidor negocié por la vida del fétido renacuajo de dudoso color y cola de rata argumentando que, si bien era verdad que yo había violado nuestro pacto, también era cierto que nadie más se lo llevaría en semejantes condiciones. Castigar un inocente por culpas que eran mías y sólo mías sería sumarle una injusticia a mi transgresión, que sí fue gravísima y de la que yo admitía plena responsabilidad y arrepentimiento blablabla.

Así, mientras el objetito de la discordia dormía, se cagaba encima y contagiaba a todo ser piadoso que se arriesgaba a tocarlo de hongos virulentos y de dificilísima eradicación -y todavía no habían llegado las pulgas- la bruja y el inquisidor se libraron una guerra de días...semanas...meses.

Es que la curación del leproso fue larga...agotadora... carísima...solitaria. Se dio en un periodo en que yo -8 horas x 5 días x 9 meses- fui el único sustento economico de casa matrimonio bichos + bichito. Con lo cual me levantaba a las 6am, pasaba un par de horas empapandome de comida baby mierdita baby medicamentos baby y me desprendía a regañadientes para ir a la oficina,

donde mi pensamiento constante era hacia el indefenso cruelmente aislado en su zona de cuarentena atrás de la cocina: y si se despierta solo y tiene miedo? si se muere de hambre? si se caga encima y se la traga por error? si ni siquiera es un gato...si no crece nunca...si no sana nunca? Volvía a casa muerta de angustia, largaba el sobre gordete cual ofrenda expiatoria, esquivaba los vilipendios de mi pareja que seguía desempleada, frustrada y rencorosa, y me hundía en otra ronda de comidita mierdita cremita comidita mierdita cremita.

En un momento la rutina, por tan brutal, se volvió hipnotica: dejé de preguntarme si algún día iba a liberar al enano de sus plagas, enseñarle a agarrar su comida con los dientes, cagar en las piedritas, limpiarse solo, conjurarlo a revelarse en su aspecto felino no de roedor imberbe. Me alcanzaba con que seguía mirandome miopico de sus ojitos celestes, tambaleando y largando parasitos.

Allá en el sórdido mundo de los humanos, una y otra vez volvía a jurar por mi madre que lo largaba ni bien efectuada su transformación en gatito sano...precioso...eminentemente adoptable por las mejores familias de Buenos Aires, hasta de San Isidro. Y si te encariñas olvidate me castigaba el inquisidor, asqueandose con mi piel decorada de hongos. No te banco ni una puta lágrima...esta cagada no te la perdono nunca...uyy mirá, hoy se ve más peludo...bueno dejalo subir al sillón, total no jode...y por qué las tiene tan chicas las bolas? seguro que es macho? mirá Stef me trajo la pelotita...qué inteligente...

Hasta que un día a la vuelta del rat race encontré marido + gatito tirados mirando tele simbioticamente entrelazados; me observaron con cara de vos quién sos? Y así quedó da #3 housecat. Mi esposo en cambio me dejó a quemarropa, cornuda y con la caja vacía, un año después. Al no ser por la ley de familia nos depositaba los cuatro en el Botánico sin mirar atrás: sensación desoladora que todavía, a pesar de mi misma, me arranca lágrimas de indignación.

Pero ahí, con vueltas y ademanes de la más elegante insouciance, revoleando una magnífica cola de plumas, sedoso, opulento, color de la noche profunda, se me viene encima ese fruto de mi única promesa rota. Amor y alegría, belleza y ternura, inocencia hecha poetry in motion: cómo lo valiste todo y mucho más todavía pienso aliviada y llena de gratitud. Para vos mando a la mierda un mundo entero de hipócritas con todas sus miserias atrás negro. Y dejo de llorar un rato aunque sea.

de la maldad, marcel, y la terraza del proa

Hoy, como de costumbre, lloré un rato. Luego me quedé rebotando entre la Copa Davis -pelea de machos latinos- y el Inspector Morse -pelea de machos british- y después me fui a navegar por Las Teorías Salvajes: qué alivio leer un tractado, libre de vocablos nauseabundos onda pasión, amor, romance y demás expresiones oscurantistas, que desnuda los mecanismos latentes del apareamiento humano con tanto flair que me encontré freneticamente subrayando una y otra premisa/conclusión: así es...así es carajo.

Difícil no odiarse a si misma por haber sido el objeto de perversiones ajenas. Pero el arte a veces apunta hacia esas zonas misteriosas -antiguamente, feudos de divinidades mezquinas, soberbias y envidiosas- donde se nos somete, sin nuestro consentimiento ni entendimiento, a obscenidades arbitrarias que van desde los genocidios más barrocos hasta las mil y una variedades de la infamia light: esa que se practica a diario, puertas adentro, en familia. Y, por esa alquimía que le es propia, aunque sea fugazmente, el arte a veces hasta nos rescata: poderío de esos fantasmas que sólos nos permiten entender la realidad, diría el linkillo.

Siguiendo esos pensamientos, me puse estrategicamente llamativa y salí hacia la inauguración del nuevo Proa. Un edificio sobre cuyos méritos no sabría opinar con objetividad por la simple razón que lo diseñaron un par de tanos. Pero cómo te sale esa sangre que tenés me contestó, entre divertida y escandalizada, la mamá de una amiga arquitecta ante mi inconfundible tono de orgullo. Y...qué te parece? En cambio sí puedo decir que la muestra, un himno a Marcel Duchamp, es impresionante. Obra en miles de soportes prestada por museos around the world y están Breton, Man Ray, Prose Sélavy, la novia desnudada por sus célibes, el mingitorio, la partida de ajedrez entre Duchamp y John Cage, el frasquito de aire parisino, hasta Maya Deren.

Extraño a la taza forrada de piel, le comenté a la fotógrafa Silvina Aguirre y al curador Maxi Jacoby en passant, meditando que, como la exhibición marca el espíritu de colaboración entre Duchamp & friends, su ausencia podría denotar alguna riña Méret v. Marcel. Pero qué zarpados los surrealistas...una se olvida, a veces, cuan heroicos fueron. Volver a visitarlos nunca está de más, y sus juegos, elucubraciones y rompecabezas siempre me pegan cual grito visceral à la Marta Minujín en defensa de esa cosa tan absurda, frágil, necesaria, nuestra: arte! arte! arte!

Marcel, de paso, era re buen mozo. En eso coincidimos entre champagne y cigarrillos en la majestuosa terraza con vista al río. Y cuando vino a Buenos Aires dijo que los argentinos son aburridos y se visten muy mal, agregó mi amigo Bruno. Es que todavía no estábamos nosotros, dije ojeando de lejos cierta morocha impactante que luego se acercó, pero yo no tuve bolas como para darle bolas. Uyy...tendría que estar en Palermo comprando porro, exclamó otro amigo mirando su reloj con una languidez que refutaba cualquier urgencia: demasiado voluptuosa era la tarde, demasiado pródiga su luz que iba rociando la pestilencia del Riachuelo de miles de colores cristalinos. Por esas inauguraciones tempranas que siempre terminan en su terraza, también, queremos tanto al Proa.

summertime

my piece for narcisa.com

The* way we saw it when we were in our 20s, femininity had to be about toughness and independence. Manicures were for Stepford Wives, high heels a sure sign of mental deficiency. Our role models were Siouxsie, Blondie, Aimee Mann, the Throwing Muses, Nina Hagen, and while going out entailed fierce make-up, killer minis and torn fishnets, combat boots and some version of a motorcycle jacket were also de rigueur as we had to be ready for anything: being badder than the bad boys, walking miles in the snow, waiting for a train all night in sketchy company.

Mainstream fashion was an oppressive paradigm, its adepts little more than brainwashed sheep. We lived outside the box, and pitied our sisters who didn’t know any better than to take the likes of Vogue, Glamour, and Elle seriously. Of course we weren’t entirely deaf to the Condé Nast siren call, and mingled with our disdain was the fear that, in time, we might actually turn into one of those women: lapdogs…slaves to the male gaze…victims waiting to happen.

Then we started growing up…getting jobs…and one night I met Tatiana. In a cleverly tailored frock that both molded and revealed her perfect cleavage, she glided over the Crosby Street cobblestones in superb stilettos like some marvelous emissary from a future avant-garde. Sex in the City was still four years away and her look went against everything I stood for, yet without question Tatiana owned the mean streets in ways I couldn’t begin to fathom. I asked her, almost quivering with indignation: “Aren’t you scared to go out in those heels?” To which she answered serenely, giving me a rush I would never forget: “I am a woman. I am always in control.”

Now I’m in my 40s, and the sight of certain Roland Mouret and Alexander McQueen creations can move me practically to tears; my shoe fetish allows nothing under three inches into my closet, and my Vogue collection includes several issues from the 1930s belonging to my late grandmother, another fashion queen whose obsessions I clearly inherited. Along with this age came my pictures. They’re a gift of maturity: possible now that I’ve mastered my sexual power, therefore my style. Far from being a puppet acting out oppressive rituals of female enslavement, I find myself saying at each click of the shutter: I am a woman…I am always in control. And it gives me a rush every single time.

*esta nota en español

mi nota en narcisa.com

Esta chica poderosa me pidió una nota sobre fotografía...tacos...identidad. Acá la versión en inglés.

girlcam fashion shoot

dress proust® by girlontape
shoes Pablo Ramírez

regalo de cumple para mi marido

Recuerdo cuando me enteré que no me ibas a poder embarazar. Eufemismos futbolísticos de los andrólogos: leche hay chicos...pero lamentablemente da en el palo.

Me acuerdo de vos parado en la cocina diciendome si no te haces un tratamiento Stef me voy a cansar y te voy a dejar para una mujer más joven. Después tu arrepentimiento, lágrimas promesas y no me dejes. No me rompas el corazón.

Recuerdo el brunch en Olsen cuando anunciaste que íbamos a adoptar un bebe. Que ahí frente a todos tus amigos lloré de alivio gratitud y amor, por que si lo estabas afirmando en voz alta es que tus intenciones eran de verdad.

Después tu sonrisita al decirme te metí los cuernos con una pendeja, lo nuestro se acabó. Lo feliz que se te vio esa noche tirandole los galgos a mi mejor amiga y tu admonición: no cuentes que te traicioné y me fui de casa el día de tu cumple Stef…quedo mal.

Así me devolviste la cara amargada de la jueza en nuestro casamiento, su sermón sobre la infidelidad provocandome escalofríos como de un mal augurio y al mismo tiempo me reía, por que me parecía que de todos los posibles finales desafortunados ese seguro pero segurísimo quedaba fuera.

Tengo estas memorias y todavía no logro entender cómo permití que me pasaran a mí. Que me encuentre vaciada, vos desconociendome. Lo que sí sé es que acá soy testigo no cómplice. Que con tu negación no me quebraste ni me vas a quebrar.

YES WE DID

Inexplicably, pseudo-mystical babble about an alleged "change in global consciousness" had been floating through the air. The planet just shifted spiritual gears, so humans have a chance to leap forward. "It's happening as we speak...whether we like it or not," this one friend confided like he really knew.

A hippie in techno clothing...how quaint! I scoffed inwardly because let's face it: we're on a darkling plain where ignorant armies led by medievally-minded homicidal bigots with insane amounts of power guns & money clash by night, and it's going to go on forever. Stopping the delirium would require literally millions of people to meet physical force with soul force right now,

and who still dares nurse let alone voice such quaint, idealistic hopes? Jamming days are gone, too many bewitched now by the foul language of death. Hopeless to fight this much evil when everyone's bought into it, so concentrate on smaller ways of being good: rescue a couple of strays...sign Free Tibet petitions...eat organic...whatever floats your boat.

Then the other night in Chicago this man Barack Obama steps victorious onto the stage. Inexplicably, millions have come together in choosing trust over fear, unity over alienation, uncharted waters over familiar ones, soul force over physical force; and in so doing finished lifting the old racist curse at last.

Stonewall & Rosa Parks, César Chávez & Dr. King & many more and here comes the heir: so unquestionably, beautifully, in every way fulfilling the vast long-cherished dream that even Jesse Jackson sheds steady tears. Obama's enemies are unwontedly docile in conceding defeat, reporters in many languages struggle to maintain neutral facial expressions, crowds dance in the streets. Here in BA we hold hands and repeat: "I can't believe they pulled it off. I can't believe this is happening."

How did we get from Abu Ghraib to this? Pesky Yanks been at it again: after almost a decade of apathy and moral degradation, they up and take this gigantic step forward practically overnight. And whether or not my technohippie friend has the right intel...how silly of me to think that jamming was a thing of the past.
in your room
where time stands still
or moves at your will
will you let the morning come soon
or will you leave me lying here
in your favourite darkness
your favourite half-light

your favourite consciousness
your favourite innocence
your favourite prize
your favourite passion
your favourite game
your favourite mirror
your favourite slave

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